Entre el desencanto de la cotidianeidad y la retención del instante mágico infantil. Arte actual alicantino, la generación de la globalización

En estos días y hasta el 10 de enero se celebra en el Museo de la Universidad de Alicante -MUA- una excelente exposición de arte contemporáneo alicantino actual, Dès de Dins, comisariada por Bernabé Gómez, se trata de una selección de artistas que trabajan o son de Alicante, escogidos en una generación con una diferencia entre ellos de menos de veinte años. Gómez me encargó el texto crítico de esta muestra para el catálogo, un tomo muy completo, con introducción explicatoria del propio Bernabé Gómez, dos entrevistas a las Galerías Parking y Aural y un espacio para cada artista (diecinueve en total, más una obra original numerada de otro artista -Vik Autofocus- que se da junto al catálogo al adquirir éste. Un concierto de música electrónica contemporánea y un coloquio (19-XII) complementan la exhibición.

El texto pretende sintetizar las características de la generación que se presenta en esta muestra, la primera de la era de la globalización.


Entre el desencanto de la cotidianeidad y la retención del instante mágico infantil. Arte actual alicantino, la generación de la globalización

“Los artistas, bajo cualquier latitud, tienen hoy como tarea imaginar lo que podría ser la primera cultura verdaderamente mundial”.
Nicolas Bourriad



Es difícil juzgar a un artista por una pieza o incluso por una sola exposición. Lo que vemos en un momento dado no es más que un instante en la producción vital de un creador. Hay que evaluar la trayectoria completa, éxitos y fracasos incluidos –que no son, a veces, más que los balbuceantes pasos de posteriores logros- , para comprender realmente su línea de trabajo. Valorar el trabajo de un conjunto concreto de artistas, como la que esta ocasión representa, encontrar su significado como grupo y como generación localizada en nuestro ámbito geográfico es, tal vez una osadía, pero un interesante acercamiento a una realidad plástica que nos rodea.

Diecinueve son los artistas elegidos en esta muestra: Milagros Angelini, Rosana Antolí, Aurelio Ayela, Rosalía Banet, Pablo Bellot, Cristina de Middel, Olga Diego, Cristina Ferrández, Juan Fuster, Ferrán Gisbert Carbonell, Susana Guerrero, Kribi Heral, Eduardo Infante, Mónica Jover Calvo, Edgar Mendoza, Javi Moreno, Juan Carlos Nadal, Luisa Pastor Mirambell y Jesús Rivera. Nacidos entre 1966, el mayor, y 1982, el más joven. Unos, naturales de la terreta pero que actualmente viven lejos, otros que viajaron pero se radicaron finalmente aquí, otros más son alicantinos de adopción, extrapolación lógica en el arte de lo que ocurre a nivel social.

¿Qué rasgos tienen en común como grupo?, ¿cuáles podemos estimar como específicos del arte que se realiza en Alicante?, ¿cuáles están en consonancia con el arte que se hace en el resto del planeta? Es esta una primera generación alicantina dentro del gran fenómeno mundial de la globalización y la cibercultura, inmersa en el hipercapitalismo, la hipertecnología, el hiperindividualismo y el hiperconsumo - que da al artista una gran libertad creativa pero que también supedita su subsistencia a las tendencias del mercado.

La gran facilidad actual para estar informado en lo que ocurre en cualquier parte –siempre que se esté conectado tecnológicamente- permite en un click virtual visitar aquello que consideramos interesante, curioso, trendy… el mundo se ha vuelto pequeño a base de pantallazos … es imposible permanecer ajeno a las influencias que parten desde las redes sociales o los medios de comunicación, especialmente los provenientes del mundo anglosajón y, de una forma más amplia, del occidental. Rosana Antolí y Cristina de Middel, residen actualmente en Gran Bretaña, Juan Fuster se formó en Estados Unidos, Edgar Mendoza es originario de México, Milagros Angelini, aunque desde muy joven en Alicante, procede de Argentina. Casi todos los demás artistas de esta selección han pasado por una experiencia exterior, generalmente a través de becas o premios, que inevitablemente les ha hecho –para bien y para mal- acercarse más a otras culturas y plásticas… y han regresado después a sus raíces, incorporando lo “otro” a su quehacer artístico. Se trata de una generación que posee una mirada multicultural en lógica respuesta a un mundo globalizado.



Otro rasgo que une a este grupo es su acceso a estudios superiores o escuelas técnicas especializadas, producto de la mejora económica y social con respecto a generaciones anteriores. Objetivamente, es muy complicado llegar a exponer en los sancta santorum del arte si no se ha realizado cierta trayectoria académica y expositiva… Son artistas supercualificados, muy formados intelectualmente, prácticamente todos en facultades de BBAA o Escuelas Técnicas, incluso con masters o doctorados, en momentos además en que se ha reforzado mucho el marco conceptual teórico dentro de la enseñanza artística: tres de nuestras artistas son doctoras y otra más está en camino de serlo, otros tres tienen estudios de posgrado o masters.., incluso algunos son profesores universitarios, y, por supuesto, todos continúan nutriéndose de la literatura, el cine, la filosofía, la ciencia… así como estando al día de las novedades de su “carrera ”.

En general, esta gran preparación les habilita para explicar su obra perfectamente de forma pública ya sea oralmente o por escrito. Se manejan con soltura ante los medios de comunicación –como buenos hijos de su tiempo- o en la privacidad del contacto personal, pero prefieren que sea su obra la directa interlocutora con el público. Y aquí es donde surge otra de las características de esta generación, la doble lectura que contienen sus obras, la directa, la impresión que su pieza produce a golpe de vista, que puede parecer en ocasiones superficial, demasiado emocional o revisionista y recurrente, y la lectura más recóndita, escondida en el concepto interno de la obra, al que no todo espectador alcanza llegar. El arte va por delante, siente los cambios de la sociedad, de la cultura, del pensamiento, pero en su forma de manifestarse se anticipa a la sensibilidad estética necesaria para ser comprendido. El artista, a la manera de un aventurero explorador, abre el camino para nuevas líneas de pensamiento y no siempre podemos seguirle el paso ni ver con claridad el panorama que nos ofrece.

Algo que llama enseguida la atención es que pocos de los artistas actuales, de los que esta muestra es claro ejemplo, se pueden etiquetar de forma exclusiva bajo los viejos parámetros de las disciplinas artísticas. Pocos se limitan sólo a “pintar” o “esculpir”. La realidad hoy en día es que el artista – y por eso el uso del vocablo es más pertinente ahora que en ningún otro momento histórico- es un compendio de saberes adquiridos casi siempre de forma académica, en los que las áreas clásicas están incluidas, y de las nuevas formas de expresión que conviven con nosotros (algo de lo que también Universidades y Escuelas se han ido haciendo eco poco a poco). Es inevitable que un autor tienda a trabajar en múltiples formatos o medios, y no en única disciplina inamovible, ya que se encuentra inmerso en un universo multimedia en el que vive y se desenvuelve. El arte es el reflejo de su tiempo y el artista el artífice del lenguaje adecuado a cada momento concreto. Por eso nos hallamos en este grupo que nos ocupa con una gran mayoría de creadores multidisciplinares, que intentan huir de constreñidas etiquetas y servilismos estilísticos y optan por la forma plástica más conveniente según el objetivo que se marcan en cada paso de su trayectoria.

Es una generación que necesita sentirse libre para crear pero que se sorprende cuando el público no dialoga con su obra y se siente desconcertado ante ella. Todos estos artistas piden al espectador un tiempo para contemplar su creación, para llegar a entenderla, pero el público de hoy es el mismo que tarda segundos en cambiar de canal con el mando, el dial, o darle al ratón del ordenador si lo que está delante de él no consigue mantener su atención. Porque el reto actual ya no es atraer la atención, es conservarla. En un mundo en el que nos facilitan la información –nos la digieren - y nos la muestran para aún mayor claridad acompañada de imágenes –a la manera de las instructivas aucas medievales para una sociedad analfabeta- sostener la mirada del otro se convierte en una prueba de interés, casi, de amor. En el caos de imágenes que nos invade en la rutina diaria, nuestros artistas tienen que atraparnos en una primera impresión y después conseguir que observemos más atentamente. No siempre lo que percibimos en el primer golpe de vista es todo lo que hay en una pieza; el autor espera más de nosotros, nos hace “trabajar” en su obra. Porque el arte actual es un arte exigente y arcano, que nos obliga a recorrer un camino para llegar a la comprensión, a “educarnos” para entender, a preguntarnos el significado interno, pero también quiere que sintamos el latido emocional de la creación cuando ésta así lo requiere.

El entorno en el que una pieza artística se forja cambia desde el momento en que está es finalizada y va adquiriendo poco a poco otro significado desde que se expone a la vista del observador, reconcibiéndola éste de nuevo. El proceso creativo no acaba con el objeto terminado, sino que continúa en la mente, imaginación, del propio espectador que saca conclusiones, sensaciones, etc. La obra no es sólo del artista, es también del espectador. Si el ambiente en el que se ha creado una obra se transforma, el espectador puede perder la idiosincrasia de ésta.

El público actual –siempre refiriéndome al general- tiene ganas de conocer más de cerca artistas y arte y si se le da la oportunidad la aprovecha. Necesita comprender ese arte por el que siente repulsa y atracción a la vez. Los artistas actuales parecen con sus obras motivar al espectador a encontrar su propia respuesta. Lo complicado es la gran cantidad de creadores existentes, cada uno con sus propios planteamientos, disciplinas, estilos…, el arte se manifiesta en consonancia a la sociedad individualista que representa. En una sociedad occidental capitalista, muy aburguesada, con un nivel de vida bastante alto, una gran cantidad de creadores surge continuamente difundiéndose rápida y fácilmente por nuestras redes de comunicación, resultando enmarañado para el espectador decidir a quien seguir.

En este complejo panorama, los artistas alicantinos buscan encontrar su lugar. En un mundo cada vez más homogeneizado, deben hallar lo que les diferencia del resto, y esto comienza con el autoconocimiento personal. Así, encontramos en este grupo de creadores una preocupación por la identidad que cada uno manifiesta de una manera. Se trata de su propia visión interna como creador, su ansiedad ante el hecho creativo, el propio concepto de arte y por su función como de artista, sus miedos, sus metas, pero también son las del individuo, comenzando por la búsqueda del yo personal, hasta la preocupación por el devenir del ser humano actual.

La identidad a través del género es algo en lo que trabajan o han trabajado varios artistas presentes en esta muestra, ya sea el de la mujer, como reivindicación y denuncia de situaciones negativas, la homosexualidad, el transgénero, la cuestionabilidad de los roles tradicionales, los patrones que construyen la identidad social, obviamente también el tema del sexo puro y duro o como expresión de amor espiritual forma parte de esta identidad. Cada artista ofrece su planteamiento desde diferentes aproximaciones que van desde los más dramáticos hasta los que nos sorprenden por su dulzura o por su ironía. El tema del género no se trata siempre de forma monográfica, puede ir perfectamente ligado a otros, como el impacto de las redes sociales en conductas y comportamientos, que también conecta con una preocupación que parecen tener varios de los artistas de esta selección, la actuación que el ser humano tiene respecto de temas como la ciencia, la naturaleza, la tecnología,…

En la actualidad la raíz del artista sigue siendo su tierra, pero las referencias ya no son tan locales. Las pantallas de cine, televisión, ordenador, teléfono móvil, tablets han ampliado su entorno diario. Nos sentamos durante horas frente a ellas, convirtiendo la realidad virtual en tangible e inspiradora de ideas –positivas y negativas- y dejándonos influir por ellas. El impacto mediático del cine, del video… en definitiva, de las pantallas, se deja relucir continuamente y su contenido sirve de temática para los creadores. Así surgen asuntos que podríamos llamar postpop ya que provienen de una cultura popular que ya es universal, muy influenciada por la norteamericana, y que contienen ironía o mucho sentido del humor como son las de los superhéroes, los monstruos, los mitos cinematográficos, los cómics, la ciencia ficción,… En muchos de estos artistas observamos un aspecto lúdico que creo es inherente también a esta generación con mucho de Peter Pan, ya sea en el tipo de objeto artístico realizado o en el proceso y concepto del mismo. Rebelión ante el hecho inevitable de madurar, una generación que aprehende su niño interior para seguir fascinándose con el entorno, para continuar creando con la misma pasión e intensidad del niño, con la fe de poder cambiar el mundo a base de arte.

Existe en este grupo artistas que reivindican, que denuncian, cuya obra tiene un contenido sobrio y serio y que se manifiesta de forma constante en su trayectoria o en un proyecto concreto, como los artistas preocupados por los espacios naturales y su relación con el ser humano, o los que denuncian situaciones o temáticas sociales cuya gravedad no se nos escapa. Pero el artista lo es al cien por cien, su vida entera está en relación a su producción, en el vaivén diario donde todos tenemos momentos más relajados en los que es posible que se produzcan obras con sentido del humor, gestuales, o simplemente espontáneas, pero igual de válidas. En otras, el sentido del humor, la ironía, una apariencia de banalidad o de belleza dulce e inocente esconde toda una crítica a un sistema de vida, y saca a relucir las emociones más oscuras del alma humana, o subrayan la debilidad de la información a la que estamos expuestos y la posibilidad de manipulación y el engaño que se facilita desde las redes. Humor y seriedad son dos aspectos de la vida, y como en esta, es lógico que así se manifiesten en la plástica actual.

En casi todos ellos, la referencia específica a lo local es prácticamente inexistente. Los temas que producen son totalmente extrapolables a cualquier región del planeta: la identidad sexual, la cultura popular, el medioambiente, los mitos, la identidad personal o como artista, el amor, la ciencia, la tecnología, la fuerza de la naturaleza,… son temas eternos, ajenos a un punto geográfico concreto, preguntas universales del ser humano. Cuando la referencia local aparece es de forma sutil, como en los materiales utilizados o en la manera de producir las piezas, pero no afecta al resultado final de estas, que pueden ser entendidas en cualquier parte del planeta.

Encontramos en estos artistas la necesidad de reflexionar constantemente ante el mundo que se ofrece a su observadora mirada, a pesar de que a veces la forma en que se plasma parezca irracional, emotiva o espontánea. En algunos de ellos podemos ver desazón o desencanto hacia la sociedad actual, incluso hacia el futuro y, sin embargo, esta decepción parece generarse más bien por la pérdida de la inocencia infantil, cuando creer en la magia posibilitaba mundos ilimitados y hacer arte era algo natural. Muchos de ellos intentan aprehender al niño interior, el auténtico artista, el que no se dejaba manipular por conceptos creados por otros ni realidades limitadoras.

La observación del entorno es inherente al creador, valora lo que nos caracteriza como sociedad –capitalista- en la que nos alejamos de nuestro origen natural cada vez más y olvidamos cuidar sosteniblemente el planeta convirtiéndonos en un animal -.racional aparentemente- destructor, como característica más evidente, que se olvida rápidamente de errores y abandona personas, cosas y lugares dejando la huella de su paso devastador para conquistar con bríos nuevos en otro sitio. Esa pulsión por crear algo nuevo, más moderno, “mejor”, olvidando muchas veces las ventajas de la sabiduría de la experiencia, parece que encerrase sutilmente el sueño de la eterna juventud en pos de querer estar siempre a hilo de la modernidad. Algunos artistas reaccionan con preocupación ante estos signos, nos alertan, otros simplemente lo plasman.

Tenemos un arte ecléctico, heredado de momentos anteriores y fruto de la sociedad en la que vivimos. Es el arte de nuestro tiempo, un tiempo cambiante en el que estamos sufriendo una gran evolución hacia otra forma de civilización. Los cambios sociales, políticos, culturales, éticos, han sido y están siendo tan grandes y rápidos que nos sentimos hacia la deriva en muchas ocasiones. Una situación similar debieron percibir durante los siglos de la caída de Roma, hasta la llegada a una nueva forma de existencia –bastante más oscura en algunas áreas- como fue la Edad Media. Los artistas alicantinos reciben este impacto social y cultural y su arte no puede abstraerse de ello porque está completamente interrelacionado, pero sí pueden reaccionar en contra o manifestar sus sentimientos. Hay mucho arte crítico, una base conceptual muy fuerte, pero también sentido del humor. Muchas veces la ironía y el humor son el suave medio para despertar tanto conciencias como sensibilidades estéticas. Otras veces es el uso de una mayor violencia plástica la que consigue mover al espectador, otras, el uso de medios más sofisticados y tecnológicos, o mediante acciones directas con el público. El arte de los artistas alicantinos se incluye dentro de este ambiente de sociedad en transformación y se mueve en consonancia con las tendencias generales. Sus preocupaciones son las mismas que los artistas de otras latitudes y prima en cada uno de ellos lograr su propio camino personal, su propia verdad.

Los artistas alicantinos se ubican geográficamente en la periferia de los mercados determinantes del arte, pero poseen la misma calidad y potencialidad creativa que puedan tener los localizados en los puntos estratégicos del arte actual. Para los alicantinos es complicado triunfar desde su emplazamiento local, que les sirve como plataforma o como base de de trabajo pero deben estar en constante movimiento para que su obra alcance importancia a nivel global, como así lo han hecho ya muchos de ellos.

Los autores seleccionados en esta muestra representan el arte local y provincial, pero sobre todo, el arte de su tiempo que engloba no sólo una nación, sino una época. Los diecinueve artistas de esta exposición son el reflejo de un mundo globalizado, en el que a pesar de tender cada vez más a patrones de homogeneización, localmente/individualmente se lucha por conservar lo que hace diferente. Esta generación es la del artista radicante de Bourriaud que no olvida sus raíces, pero para el que lo que verdaderamente importante es hacia dónde se dirige; crear en permanente movimiento, asumiendo los cambios que produce el entorno globalizado y el choque con lo singular identitario.

Sin intentar demostrar nada, esta generación plástica ya desengañada resignadamente por históricas pruebas anteriores, no busca la combatividad en las calles, la lucha abierta, busca la rebelión del pensamiento, el cambio de la estructura mental y de su patrón estético a través de la penetración arcana del espectador en el interior de su obra mediante estrategias diversas que van desde la ironía y el sentido del humor, al romanticismo, el lirismo de imágenes e ideas, la confrontación directa con el espectador, la emoción y violencia del gesto o el impacto mediante el uso de nuevas tecnologías.



Natalia Molinos Navarro



Fotos: Pablo Bellod, Olga Diego,Cristina de Middel, Eduardo Infante,Cristina Ferrández,
Javi Moreno, Mónica Jover, Edgar Mendoza, Kribi Heral, Juan Carlos Nadal, Jesús Rivera, Luisa Pastor Mirambell,Ferrán Gisbert, Rosana Antolí, Aurelio Ayela, Milagros Angelini, Rosalía Banet, Juan Fuster

catálogo en red http://www.mua.ua.es/pagina.php?opc=5&lang=3&id=182

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